miércoles, 5 de octubre de 2016

El cuento motor

En esta segunda entrada Hablaré sobre el cuento motor y sus funcionalidades. El cuento motor me parece algo muy atrayente para trabajarlo en infantil, ya que por medio del juego, el niño puede aprender.
El cuento es, desde los primeros años de vida, una herramienta que ayuda a construir sólidas estructuras a la fantasía del niño, fortaleciendo su capacidad de imaginar. Para Ventura y Durán (2008), los cuentos abren al niño desde la visión particular del mundo hasta la visión con mayor amplitud donde integra el mundo que le rodea.
Una vez dicho lo que es el cuento, para llegar a los cuentos motores desde los cuentos tradicionales hay que añadirles a estos tareas donde intervengan acciones motrices, se podría decir que los cuentos motores son el tipo de cuento que puede catalogarse como una variante del cuento cantado o del cuento representado, que puede denominarse cuento jugado.
En este caso, en los cuentos motores, el adulto narra un cuento y los niños a la vez van representando e interpretando lo que va ocurriendo en el cuento.
Por tanto, los cuentos motores son leyendas, fábulas, invenciones… breves de hechos imaginarios, con unos personajes, cuyo hilo argumental es sencillo y nos remite a un escenario o contexto imaginario, donde se llevan a cabo diferentes tareas motrices, actividades y juegos asociados a la historia de dicho cuento. Estos cuentos son orales, a la vez que populares o creados específicamente como tal y de esta manera los participantes irán emulando a los personajes del cuento.
Según Ruiz Omeñaca (2011) existen cuentos paralelos a los cuentos motores, donde se implica el cuerpo y el movimiento. Estos poseen algunas diferencias con los cuentos motores, tales como suscitar situaciones de juegos (cuento jugado), poseer la posibilidad de ser contado sin tener que seguir una estructura de principio a fin (relato motor), destacar las vivencias experimentadas por los participantes (cuento vivenciado) o poseer una orientación expresiva y comunicativa.

Se puede considerar un buen recurso didáctico, puesto que fomenta la interacción entre el maestro y el niño, creando un lazo de afectividad que creará una base hacia el ámbito social del niño. Los niños son, por tanto, los protagonistas de su propio aprendizaje y conseguirlo a través de los cuentos motores puede resultar muy divertido para la etapa de Educación Infantil.

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